Desde mi ventana
La soledad en el desierto me enseñó a observar la naturaleza, el entorno, el rumbo del viento. Y a entender más, mucho más de lo que puedo observar.
Ahora tengo una ventana muy diferente, pero en esencia, puedo hacer exactamente lo mismo.
Decido escuchar el sonido, sentir las oportunidades y ver el potencial.
Imagino una vida justa, pacífica y sostenible. En un mundo donde no se tenga miedo a dejar el trabajo para buscar otro mejor, para emprender, para reinventarse, para aprender, para re-especializarse, para vivir nuestro propósito.
Y trabajo en lo mismo, conectando a personas, habilitando posibilidades y abriendo puertas, desde mi ventana.
Para que mi hija viva en ese mundo, el que puedo imaginar.